Obtener un retorno financiero atractivo y a la vez generar un impacto real positivo y medible requiere un equipo que combine experiencia en finanzas e inversión en private equity con sensibilidad social y un profundo conocimiento del terreno y comunidades objetivo de la inversión.
La inversión de impacto requiere, además de conocimientos financieros, sensibilidad social y conocimiento del terreno y las comunidades objetivo
La inversión de impacto de éxito requiere por definición la ejecución simultánea de dos conceptos (retorno atractivo e impacto real) que ya independientemente uno de otro son complicados de materializar.
Es fácil de entender que la inversión en private equity requiere conocimientos financieros, empresariales y de inversión. Es una industria en la que incluso los mejores cometen errores y no obtienen el crecimiento esperado en la sociedad invertida ni, por tanto, la rentabilidad esperada en la salida.
La inversión de impacto, además de lo anterior, requiere un componente de impacto social real, programable desde la fase de due diligence, medible y duradero en el tiempo. El análisis, planificación y generación de tal impacto requiere un equipo con sensibilidad social, experiencia en proyectos y conocimiento del terreno y las comunidades objetivo.
Menos intuitivo es comprender el reto de generar un impacto real. Entender que un proyecto meramente filantrópico que busca un impacto positivo y cuenta con capital para ello pueda no generar dicho impacto o incluso generar un impacto negativo. Sin embargo, la historia está llena de ejemplos que demuestran lo contrario.
La historia está plagada de ejemplos en los que las buenas intenciones y el capital no fueron suficientes
William Macaskill comienza su libro Doing Good Better (lectura muy recomendable para cualquier persona que quiera destinar capital a generar un impacto positivo) con uno muy gráfico: Playpump.
Playpump (Foto: Roundabout Water Solutions)
Playpump es la historia de una magnífica persona con una idea brillante para solucionar el problema de la falta de agua en el mundo: un tiovivo que sustituye a las bombas de agua manuales tradicionales y permite que la propia fuerza que ejercen los niños al jugar en él genere agua potable para la comunidad. Como tal, generó una expectación mundial y recaudó millones de dólares de organizaciones y personalidades internacionales (entre otros, Jay-Z, Laura Bush o Bill Clinton), además de varios premios.
Fue un rotundo fracaso. Nadie había analizado en profundidad las comunidades objetivo ni las implicaciones prácticas del proyecto: la mayoría de los tiovivos una vez han alcanzado una cierta velocidad giran solos sin requerir de fuerza. Playpump por el contrario necesitaba fuerza constante, lo que hacía que los niños se cansasen rápido. Las mujeres empezaron a necesitar usar el tiovivo para que sus familias pudiesen beber agua, labor que era más costosa y “humillante” y que los hombres no querían hacer. Además requería de un alto mantenimiento que no podía ser realizado en la propia aldea.
El proyecto siguió adelante y gastó millones de dólares hasta que las propias comunidades locales emitieron un demoledor juicio al respecto: el 100% preferían el modelo anterior. Esos millones de dólares, bien canalizados, podrían haber solucionado muchos problemas.
Para obtener un retorno financiero atractivo y a la vez generar un impacto real positivo y medible es necesario un equipo que aúne diferentes perspectivas y una misma visión
En GSI creemos firmemente en la necesidad de contar con todas estas facultades en nuestro equipo. Es por ello que los comités de inversión están conformados por un lado por profesionales con más de 20 años de experiencia en inversiones de private equity, consultoría y estrategia empresarial y por otro por profesionales de Open Value Foundation que llevan el mismo tiempo analizando entendiendo, optimizando y ejecutando proyectos sociales y filantrópicos.
Por situarlo en el primer gráfico, hoy todos están situados en el círculo central. Pero cada uno ha llegado desde un extremo opuesto. Las dos partes ven la inversión desde dos perspectivas diferentes, la evalúan de forma independiente y comparten su visión a lo largo de los 4 comités de inversión previos a ejecutar una operación.
Es cuando estas dos formas de ver un proyecto se ponen de acuerdo cuando más probabilidad (que no certeza) hay de llevar a cabo una inversión de impacto exitosa. Cuando “lo peor de los dos mundos”: la dificultad que entraña conjugarlos en un mismo proyecto se convierte en “lo mejor de los dos mundos”, el beneficio para inversores y el impacto para las comunidades destino de la inversión.
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