Las tasas de retraso en el crecimiento infantil han disminuido drásticamente en casi todo el mundo, excepto en algunos países donde las dietas dependen en gran medida del maíz, especialmente en África subsahariana. Si bien el maíz es un alimento popular, barato y fácil de cultivar; sus bajas concentraciones de micronutrientes clave como el zinc y el hierro, así como la baja calidad de las proteínas, contribuyen significativamente a la malnutrición (estrechamente ligada a la pobreza).

La malnutrición tiene efectos devastadores en la salud: frena el crecimiento físico y desarrollo mental y reduce la productividad de la persona, lo que impacta negativamente en las posibilidades de éxito académico y profesional de los más vulnerables. Los 53 millones de familias de agricultores cuyos medios de vida dependen del maíz, y los 1.200 millones de personas que comen maíz tres veces al día son, por lo tanto, más propensos a sufrir desnutrición y pobreza.

El maíz biofortificado, cultivado para tener niveles más altos de nutrientes como zinc, hierro y mayor calidad proteica, es una vía eficiente y de bajo costo para disminuir las brechas nutricionales en poblaciones con alto consumo de maíz. Este producto se siembra, cosecha, cocina y consume de la misma manera que el maíz normal, lo que hace que tenga buena acogida entre familias de agricultores y consumidores. 

Semilla Nueva, tras haber demostrado su éxito en Guatemala y otros países de Mesoamérica, propone seleccionar las mejores semillas disponibles, por su mayor rendimiento y menor vulnerabilidad a enfermedades y eventos climáticos, en los mercados de África subsahariana y convertirlas para aumentar sus niveles de zinc, hierro y calidad proteica; y así promover la plantación de semillas biofortificadas entre los agricultores, y, en última instancia, mejorar los medios de vida de estas familias que viven en la pobreza.

Estudios de Semilla Nueva y terceros han demostrado que la cantidad de nutrientes en el maíz biofortificado es suficiente para cubrir la carencia de zinc en mujeres y niños; reducir las deficiencias de hierro en un 100% de mujeres embarazadas y lactantes y más del 50% de niños; y disminuir hasta un 20% el retraso en el crecimiento.

Se estima que, desarrollar nuevas semillas biofortificadas y vender este maíz en mercados locales de África subsahariana, podría mejorar los medios de vida de 1 millón de familias cuya principal actividad es la producción de maíz y la nutrición de 30 millones de personas que lo consumen como parte fundamental de su dieta.