DGE nació para abordar la problemática social de la pobreza energética en zonas rurales remotas de Kenia. El 75% de los hogares rurales kenianos no tienen acceso a la electricidad y dependen del queroseno, lo que conlleva elevados gastos energéticos de estos hogares (más del 30% de sus ingresos). Además del coste económico, el queroseno supone un riesgo para la salud, ya que su humo es tóxico si se inhala en grandes cantidades y pone en peligro a las personas más vulnerables como los menores, ancianos o mujeres embarazadas o con patologías previas.

Además del impacto social negativo, el uso de combustibles fósiles como el queroseno también tiene un elevado impacto medioambiental, ya que liberan "gases de efecto invernadero" como el monóxido de carbono, lo que contribuye al calentamiento global.

Por otro lado, la tasa de desempleo en Kenia ha ido en aumento, y la mayoría de las mujeres que viven en zonas rurales carecen de oportunidades laborales.

Hasta la fecha, DGE ha generado impacto en varios niveles. Por un lado, los hogares rurales ahorran entre el 15% y el 30% de sus ingresos y mejoran sus medios de subsistencia al sustituir las lámparas de queroseno por lámparas solares. Por otra parte, los propietarios de negocios rurales reportan un incremento del 50-75% de sus ingresos gracias a la ampliación del horario nocturno. Además, las VSE han ganado autonomía y mejorado su situación con los ingresos generados por la venta de productos solares. Las mejores agentes de ventas ganan más de 400 USD al mes, un sueldo superior a la media local. A corto plazo, DGE espera una red distribuidora de 400 VSE en 11 condados; alcanzar los 25.000 clientes y superar la cifra de 100.000 beneficiarios.