A lo largo de los últimos 6 años hemos invertido de forma directa en 18 empresas utilizando la lógica de la Venture Philanthropy. El caso de Husk Ventures es un caso de éxito que queremos compartir...
No es solo financiar, es acompañar
Cuando financiamos a una empresa desde Open Value Foundation, nuestra intención es convertirnos en un socio que aporte un valor adicional. Queremos servir de apoyo durante el crecimiento de la empresa a largo plazo, para asegurarnos de que tenga más posibilidades de sostenerse en el tiempo, de crecer y de seguir generando el impacto social por el que apostamos por ella.
Para ello, siguiendo la lógica de la Venture Philanthropy, lo primero es intentar, en la medida de lo posible, adaptarnos a las necesidades de la empresa desde el momento en el que negociamos las condiciones del acuerdo, modificando el periodo de carencia, el tipo de interés y cualquier otra cláusula que pueda hacer más fácil que la relación sea fructífera y que se alcancen los objetivos planteados. No solo buscamos que la empresa pueda devolvernos el dinero prestado con algo de rendimiento económico y sin desfallecer en el intento, sino, sobre todo, que sea capaz de generar más impacto social del que generaba cuando empezamos nuestra relación.
En relación con esto último, y de nuevo en línea con el enfoque de la Venture Philanthropy, están la medición y la gestión del impacto; uno de los pilares en los que se fundamenta nuestra relación con las empresas y en el que vamos trabajando conjuntamente mientras dura la asociación.
El último factor que entra en la ecuación de la Venture Philanthropy es la asistencia técnica o el apoyo no financiero. En este sentido, desde Open Value Foundation tratamos de aportar valor en las empresas más allá de la financiación. Es un 'win-win', la empresa accede a recursos, conocimiento, herramientas, contactos… a los que previamente no tenía acceso y que, en muchos casos, son piezas clave para allanar el camino a la consolidación, el crecimiento, la maximización del impacto y la devolución del préstamo.
El caso de éxito de Husk Ventures: Primeros pasos
En 2018 invertimos por primera vez en Husk Ventures, una empresa social ubicada en Camboya que tiene como misión mejorar el sustento de los pequeños productores de arroz convirtiendo su cáscara en biocarbón de alta calidad. Este material, además de provenir de un residuo de la agricultura que normalmente sería desechado y destruido, sirve de base para producir fertilizantes, sustratos y pesticidas naturales que mejoran la salud del suelo, la productividad de las tierras y los ingresos de los agricultores.
El equipo que hay detrás de Husk Ventures es un equipo comprometido, con un claro sentido de propósito y con una gran capacidad. Heloise y Carol se acercaron a nosotros cuando aún el proyecto era algo poco más que una idea. En ese momento, decidimos apostar por ese embrión y realizamos una primera donación de 10.000€ para que pudieran acabar de desarrollar la idea. Hoy es un orgullo ver como Husk Ventures ha superado cualquier expectativa que pudiéramos tener.
Tras formar un equipo y realizar su primera ronda de inversión de la que Open Value Foundation quiso formar parte con un préstamo de 40.000€, Husk consiguió el suficiente dinero para montar una planta piloto en la que desarrollar sus primeros productos y poder testear su solución.
Los primeros resultados fueron muy positivos y la empresa rápidamente consiguió arrojar unas cifras de negocio que podían servir para realizar un plan de la viabilidad. Se estableció una hoja de ruta y un plan estratégico que fueron cumpliendo, superando los distintos obstáculos que se iban encontrando por el camino. Durante este tiempo, entre otras cosas, Open Value Foundation trabajó con Husk su Teoría de Cambio. Con ello se obtuvieron unos indicadores sobre los que la empresa tendría que reportar, y que también servirían para atraer a nuevos inversores en el futuro, dado que permitirían demostrar que el proyecto realmente estaba generando una diferencia en la vida de los pequeños agricultores que utilizaban el fertilizante de Husk.
Llegó la pandemia y el equipo de Husk no solo aguantó el tipo, sino que decidió continuar dándole vueltas a su modelo de negocio para poder seguir creciendo. Empezaron a valorar los créditos de carbono y el mercado que existe a su alrededor y vieron una oportunidad para conseguir una nueva línea de ingresos a través de la comercialización de créditos de carbono.
Y es que, al transformar un residuo como la cáscara de arroz en biocarbón, Husk evita que se degrade y libere el carbono a la atmósfera, produciendo CO2. En concreto, por cada tonelada de biocarbón que la empresa produce, se evita la emisión de 1,56 Tn de CO2. Por este motivo, el IPCC (Intergovernmental Panel of Climate Change) declaró en 2018 el biochar como una NET (Negative Emission Technology). A su vez, en 2020, Husk fue certificada por el European Biochar Certificate como sumidero de carbono.
Nuevo plan de negocio, nuevos objetivos
Realizaron un nuevo plan de negocio que integraba esta nueva variable y se dieron cuenta de que tenían que producir mucho más fertilizante para poder arrojar unas cifras que hicieran viable meterse en este mercado. Para ello necesitaban una nueva máquina de pirólisis que permitiera producir unas cantidades de biochar suficientes como para poder prometer a futuro esa producción y vender lo que se conoce como futuros créditos de carbono.
Los créditos de carbono permiten cuantificar y comercializar las reducciones de emisiones y se generan a través de proyectos como el de Husk, que consiguen mitigar o evitar las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Un futuro de un crédito de carbono permite pagar por adelantado por una cantidad de GEI que se pretende reducir, compensar o neutralizar en el futuro.
Los compradores de estos futuros pueden adquirir créditos de carbono a un precio acordado en el presente para su entrega en una fecha futura, lo que les brinda la seguridad de contar con una cantidad determinada de créditos para cumplir con sus objetivos de reducción de emisiones. Hay todo un mercado, incluso con intermediarios que compran y venden estos futuros de créditos de carbono, facilitando la liquidez y la transferencia de estos instrumentos.
Hace un año que Husk tocó de nuevo a nuestra puerta pidiéndonos otro préstamo para poder hacer frente a la compra de la máquina que les permitiría multiplicar la producción. La empresa había ido devolviendo el primer préstamo que les habíamos concedido en tiempo y forma, y esto contribuyó a que decidiéramos estudiar esta nueva oportunidad.
Después de un análisis detallado, entendimos que, tan pronto como tuvieran la máquina comprada, podrían comenzar a vender los futuros de créditos de carbono y empezar a devolver el préstamo. Decidimos concederles un nuevo préstamo de 40.000€, que, aunque solo cubría un 20% de lo que necesitaban para comprar la nueva máquina, supuso un importante espaldarazo para poder ir a otros inversores con la confianza de que ya habían empezado a andar el camino.
Un año después, Husk Ventures nos ha devuelto el préstamo que les concedimos para la compra de la máquina y está a punto de acabar de devolver el primer préstamo que les concedimos en 2018.
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