La voz de la Tercera Cohorte del Programa Fellows de Acumen en España es una voz auténtica. Contiene la verdad de los cromosomas líquidos de nuestra cultura hecha de mil pieles distintas y, al tiempo, de nuestra identidad dual tantas veces exacerbada. La verdad del chipé romaní-español casi desaparecido que es tan nuestro como el cocido o la paella. Está hecha de las heridas de nuestros niños interiores, que reaccionan desde el dolor, y del amor y la sabiduría de la madre que abraza a su hijo después de la pataleta. Es una voz dulce y firme, de volcán y de salitre, que cuestiona y se cuestiona y que es capaz de sostener la duda con la misma fortaleza que la certeza.

La nuestra es una voz de tensiones ya contracturadas en los anales de nuestra historia, de ricos y pobres, de barro y oficinas, de voces no escuchadas y voces privilegiadas. De abandono. De pertenencia. De multitudes. Crecida a partes iguales con las células de la autoexigencia y de la conciencia del ser. Es una voz anclada en valores, con el ideal de justicia guiando nuestros pasos, inflamada por la esperanza del nuevo paradigma que ha de llegar. Que hemos de crear.

Durante cinco días y cinco noches –igual que empezamos este proceso hace exactamente nueve meses– las 17 personas de la cohorte nos enfrentamos a nuestro primer gran reto como grupo: la adolescencia. Nos independizamos de la estructura que nos ha brindado Acumen junto con sus socios estratégicos en España –Open Value Foundation, Universidad Camilo José Cela y Arcano Partners–, para continuar desarrollando nuestra comunidad de apoyo mutuo con la voluntad de generar un cambio sistémico en nuestro país, pero con nuestras propias reglas.

Los primeros días nos centramos en algo que nos gusta mucho y que ha resultado fundamental para entrenar distintos niveles de perspectiva: las lecturas de buena sociedad. Mientras vacilábamos en lo que sucedía entre la acción y el balcón desde el que observamos las dinámicas de nuestro propio grupo, las lecturas nos condujeron a un ascensor desde el que entender la historia de la humanidad, los sistemas que nos rigen en la actualidad y cómo hemos llegado hasta aquí. Comprendimos que el deseo es de donde nacen las injusticias y lo que nos lleva a la guerra. Observamos un mundo diseñado desde los privilegios. Y decidimos que desde ya mismo las necesidades sociales no pueden ser un privilegio al que aspirar sólo después de tener las necesidades materiales cubiertas.

Aprendimos que nuestras narrativas internas no sólo nos afectan en las relaciones interpersonales, sino que también tienen un enorme impacto en cómo nos posicionamos frente a un problema y nuestra capacidad para influir en él. Que las historias que contamos tienen el poder de convertir en víctima a alguien que no lo es, como cuando hablamos de los colectivos vulnerables. Que para escuchar sin juicios tenemos que suspender temporalmente el filtro de nuestra propia identidad. Que somos gotas en el océano y el océano en una gota. Que esto que nos brinda Acumen es un espacio de transformación. Porque lo que sucede en este grupo de confianza, sucede también a gran escala en nuestra sociedad. Y probablemente en lo insólito de este espacio radica la grandeza del proceso que hemos hecho para llegar hasta aquí.

Este tercer encuentro presencial ha sido muy intenso. ¿Quizá tanto como lo fueron los otros dos? Nos han pasado muchas cosas en el camino y hemos sido un grupo valiente, que asume riesgos, que avanza, que se da feedback, que se apoya. Un apoyo fundamental, de hecho, en un año complejo para muchos de nosotros. Y en él sucedió nuestro segundo –o quizá tercer– éxito compartido. Tiene nombre propio: Pilar. Con ella celebramos la emoción de ser.

Somos 17 como 17 son los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las 17:17 es la hora a la que Romina mira una y otra vez su pantalla del móvil. La 17A es la puerta de embarque de Dani y la edad con la que murió el 'bro' de Miguelito. "Confía en el proceso y avanzarás hacia un futuro nuevo", nos dice de nuevo Acumen a través de la numerología. Y es que la nuestra es la voz del compás cósmico. La de las sincronicidades que nos indican que estamos donde debemos estar. La voz de los sin voz. O más bien la de los 'sin altavoz'. Un puto milagro. Un crisol de espiritualidad, mujeres y hombres diversos y golfería. Porque también la alegría y la diversión son motores para generar los cambios que necesitamos.

Vemos lo mejor del mundo en cada persona. Porque esto va de personas. De ponernos delante de nuestra humanidad real con nuestras contradicciones y tensiones para no estar en pelea con nuestro día a día. De aprender de los matices. De recuperar la autoconfianza. De nutrirnos con otras miradas. De surfear juntas y juntos la incertidumbre de lo que está por venir. De quitarnos la armadura cuando no nos hace mejores y ponérnosla cuando sirve para proteger a otros.

La 'Fellowchipé' es un espacio de inspiración y, sobre todo, de amor, de mucho amor. Nos pasamos la vida buscando un lugar al que pertenecer. Este sí es el sitio en el que queremos estar: nuestra comunidad.

Mi comunidad. Y en ella encontrará refugio, sostén e impulso quienes compartan con nosotros la misión de escalar el impacto social y medioambiental.

Este texto es una miscelánea elaborada con las reflexiones de cada uno de los miembros de la Tercera Cohorte del Programa de Fellows de Acumen en España.