Alhagie es un joven gambiano de 25 años que hoy vive en Venecia. Al igual que muchos otros jóvenes migrantes africanos, en su día eligió un camino arriesgado para cruzar el Mediterráneo con la esperanza de construir en Europa un futuro mejor. Alhagie estaba decidido a triunfar en la vida, aunque para ello tuviera que poner su vida en peligro.
En el verano de 2012, el entonces estudiante, le contó a su madre su intención de embarcar en lo que los gambianos llaman el "viaje de vuelta" a Europa. Sin dudarlo, la madre le hizo saber inmediatamente a su hijo que no apoyaba su idea y le pidió que se centrara en acabar sus estudios. Ella aún no lo sabía, pero su hijo no le estaba pidiendo permiso para embarcarse en ese viaje, la decisión estaba tomada y aquello era una despedida.
Desafiando a su madre, Alhagie emprendió su viaje, pasando primero por Senegal. Su siguiente parada fue Mali, un país conocido por ser parte de una ruta popular para los migrantes de África Occidental. Allí, Alhagie se dio cuenta rápidamente de que su viaje no iba a ser un camino de rosas. La barrera del idioma se convirtió en un gran obstáculo para el adolescente y al no estar familiarizado con la moneda del país, cayó en las trampas de varias personas a las que pidió ayuda por el camino. Se quedó sin dinero a los pocos días de su viaje.
A pesar de las difíciles condiciones en las que se encontraba, la persistencia de Alhagie hizo que llegara finalmente a Sabah, en Libia, pasando por Agadez, en Níger. El joven gambiano pasó una semana viajando por el desierto del Sahara junto a sus compañeros de viaje, sin saber lo que les esperaba. Al llegar a Sabah, fueron subastados y vendidos como esclavos. La única vía de escape para Alhagie era pagar cuatrocientos euros a la persona que le había comprado. Alhagie sabía que tenía que hacer todo lo posible para conseguir el dinero porque lo que sucede después de ser vendido es una de las mayores pesadillas para cualquier emigrante que haya pasado por Libia.
Libia es la última parada antes de iniciar el arriesgado viaje para llegar a Europa. Junto a otras personas, el joven migrante consiguió subirse a un barco y navegar hacia Italia. Como tantas otras veces ha ocurrido, la travesía podía haber resultado en una tragedia, pero ese día la suerte estuvo del lado de Alhagie y las autoridades italianas no tardaron en llegar para rescatar su barco.
Alhagie llegó a Venecia en 2013 y allí comenzó la lucha de un joven cuya única ambición era mantener a su familia en su país. Menor de edad e indocumentado, Alhagie quedó bajo la custodia de una familia italiana. Al ver cómo sus compañeros migrantes vivían en centros de asilo y en condiciones muy duras e inhumanas, Alhagie se volcó rápidamente en la educación.
Primero aprendió italiano y luego se matriculó en cursos de formación profesional, obteniendo un diploma de fontanería. A pesar de la formación recibida, Alhagie seguía sin tener un permiso de trabajo ni encontrar un trabajo estable. Pero, recordando que su anciana madre se había quedado sin ahorros para poder mantenerle el resto de su viaje, en la mente de Alhagie solo cabía persistir. Además, compañeros de viaje y amigos que se encontraban en situaciones similares ya se estaban instalando y empezaban a enviar transferencias a sus familias. La presión aumentaba cada vez más para Alhagie.
Finalmente, consiguió un permiso de trabajo y un empleo, así como los papeles que le harían ser residente legal en Italia. Para Alhafge, estar indocumentado en un país extranjero es una de las mayores pesadillas de un emigrante, así que cuando consiguió regularizar su situación y estabilizarse, suspiró aliviado. A partir de ahí, el sueño de un futuro mejor y de ayudar a su familia empezó a hacerse realidad.
Enviar dinero a su familia se convirtió entonces en un hábito mensual para Alhagie. Sin embargo, poco tiempo después sufrió un accidente en su lugar de trabajo que le impidió seguir trabajando y que casi se lleva por delante sus sueños. A pesar de estar incapacitado en la cama, mantener a su familia seguía siendo una prioridad.
Un amigo le enseñó a utilizar Baluwo, una plataforma de comercio electrónico que los africanos de la diáspora pueden utilizar para ayudar a sus familias en casa con alimentos, entre otros servicios. Al principio, Alhagie, que se describe a sí mismo como alguien que no sabe mucho de tecnología y que había escuchado por ahí que las compras por internet no eran seguras, tuvo algunas dudas. Pero decidió seguir el consejo de su amigo y se registró en Baluwo. Pronto empezó a apoyar a su familia en su país con productos esenciales y ha seguido haciéndolo durante los últimos años hasta ahora.
“Esta plataforma no sólo me resulta cómoda, sino que también me parece segura y fiable. Soy de una familia muy numerosa. Ahora puedo proporcionarles lo que más necesitan y, al mismo tiempo, controlar mis gastos''.
Para el joven Alhagie, Baluwo se ha convertido en su salvación a lo largo de los años, y ha tenido un impacto vital en su vida y en la de su familia. Ahora, su anciana madre ya no hace cola para comprar electricidad de prepago en su país. Lo hace su hijo desde la comodidad de su casa y su teléfono móvil en Italia.
Un fontanero afincado en Venecia y una madre gambiana que renunció a sus ahorros para que su hijo llegara a Europa están ahora más conectados, gracias a una idea innovadora y a una tecnología que ha conseguido acercar aún más a miles de familias africanas.
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