¿Cinco días y cinco noches son suficientes para crear vínculos entre personas que, hasta ese momento son prácticamente desconocidas? ¿Cinco días y cinco noches son suficientes para crear un grupo de personas que lideren el cambio sistémico que España necesita? ¿Cinco días y cinco noches son suficientes para manejar las polaridades que traemos (representamos) al venir? ¿Cinco días y cinco noches, de verdad, dan para tanto?
Éstas y otras mil preguntas podría haber formulado cuando me subí en el AVE camino del primer encuentro inmersivo con mi Cohorte. Por lo que tomé el compromiso de responderlas y compartirlas con quién ahora esté leyendo este artículo.
El tiempo
Cinco días y cinco noches me parecían una eternidad la noche antes de llegar al encuentro. La inquietud y la excitación del momento me tenían la mente muy agitada y pensaba que igual se me hacía eterno estar junto a 21 personas desconocidas conviviendo con la intensidad del programa y después de dos años con casi ninguna interacción grupal de estas características.
Os confieso que, a ratos, efectivamente el tiempo transcurría lento y denso y sentía ganas de marchar. Pero también, entre paseos, risas y sueños compartidos, otras veces el tiempo volaba casi sin darme cuenta y segura que era el mejor lugar del mundo para estarme. Sin duda el tiempo se mostraba como un viaje retador a bordo de una montaña rusa.
El primer aprendizaje, recordar que el tiempo, en realidad, son vivencias, como nos dice la filosofía fenomenológica. Cinco días y cinco noches son, las muchas vivencias que atravesamos personal y colectivamente y que, nos han devuelto a nuestra vida cotidiana, transformados.
Tiempo para crear vínculos
Pese a haber compartido la ceremonia de selección, casi no conocía a ninguna de mis compañeras de Cohorte. Así que esos cinco días y esas cinco noches eran el tiempo previsto para crear los vínculos que nos acompañen durante toda la travesía. Desde el equipo de facilitación había una invitación clara para que entráramos en relación con nuestros compañeros y compañeras desde esta conciencia de tejer la comunidad Acumen.
Y creo que todas nos comprometimos con esa invitación y nos dispusimos a vincularnos. En cinco días y cinco noches, creedme que hay muchos momentos, dentro y fuera de la sala de trabajo, para que esos lazos puedan comenzar a crearse. Y no seré romántica ni condescendiente, algunos ratos éste vincularme ha sido fácil, otros un absoluto desafío.
El segundo aprendizaje, recordar que, vincularse en mi edad adulta es una decisión hecha de cuidado, amor, reconocimiento, compromiso y autenticidad. Cinco días y cinco noches ha sido el tiempo para entrenar el músculo de la paciencia y la bondad, la flexibilidad y la tenacidad, la esperanza de hierro convencida que sólo el amor engendra la maravilla.
Tiempo para liderar cambios
Cuando el mes anterior iba viendo cada vídeo de presentación, me quedaba boquiabierta ante los hombres y mujeres con los que iba a compartir la aventura de Acumen. Todas estamos liderando cambios en nuestras organizaciones y sectores, y consiguiendo grandes cosas buenas para el mundo. Durante nuestros cinco días y cinco noches se nos proponía conocernos para comprender mejor la brecha que, cada una, estamos enfrentando en nuestro día a día.
Hemos practicado la escucha activa, el feedback, las duplas y paseos con historia, y en todo ello, hemos podido adentrarnos en el mundo de cada una y admirar, aún más, la cantidad de acciones de liderazgo que estamos haciendo y que están promoviendo cambios reales en la vida de las personas, las comunidades y el planeta. Chapeaux-chipé por cada uno de mis compañeros y compañeras.
Tercer aprendizaje, constatar que hay mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, haciendo muchas cosas pequeñas, que están cambiando el mundo. Cinco días y cinco son tiempo suficiente para aventurarse a aprender, reconocer el fracaso y comenzar de nuevo.
Tiempo para mirar de frente las polaridades que somos
Nos habían avisado que el grupo era intencionadamente diverso y que cada persona veníamos con nuestro mapa de vida. Incluso tuvimos un espacio sagrado para compartir desde la vulnerabilidad más auténtica nuestra biografía. “Ajó” por eso!
Y con todo, en los momentos oportunos, emergieron nuestras polaridades y pudimos experimentarlas, acompañarlas y comprenderlas en grupo. Y fue realmente revelador. Estar con la polaridad sin evadirse, sin esconderse, dando un paso al frente, poniéndole nombre, reconociendo esa tensión, pero haciéndolo lejos de la crispación que nos asalta en tantos rincones de nuestra vida doméstica y pública.
Cuarto aprendizaje, las polaridades no se resuelven, se danzan manejando la tensión. Cinco días y cinco noches ha sido el tiempo para practicar, juntos, la humildad de ver el mundo como es y la audacia para imaginarlo como podría llegar a ser.
Cinco días y cinco noches, ¿dan, de verdad, para tanto?
Como te lo cuento. Para todo esto que he sido capaz de recoger con palabras y para muchas otras cosas que florecerán en la imaginación moral de nuestro grupo a lo largo de todo este año de travesía.
Por eso, te invito, a que te tomes un momento y contemples todo lo que te ha traído la vida en los últimos cinco días y cinco noches. Seguro te sorprenderás.
Sabemos que en España hay muchas personas comprometidas con dejar un mundo mejor del que encontraron y trabajando por que así sea. ¿Eres una de ellas? ¿Conoces a alguien que lo sea? Haz clic aquí para saber más acerca del Programa de Fellows de Acumen.
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