Además de poner el foco en el impacto generado con sus inversiones, la mayoría de los inversores de impacto buscan también un rendimiento financiero que raramente obtendrán en las etapas más tempranas de las startups. En este contexto se fundamenta nuestro acuerdo con la Fundación Ship2B.
“El acceso a la financiación es una limitación reconocida para la puesta en marcha de empresas sociales y de impacto […]. Falta un punto intermedio que cubra la falta de capital, las subvenciones insuficientes y en el que la financiación comercial aún no es viable”. Esta idea, extraída del informe de
British Council, expone claramente uno de los problemas en el que se enfrentan los emprendedores: el pioneer gap (o brecha de los pioneros), donde el 70-90% de las empresas sociales no llegan a obtener capital.
Esa brecha, generalmente se identifica en la franja que el emprendedor necesita antes de acceder a una ronda de financiación. Esta fase es la de dar forma a la idea, crear el prototipo y establecer un modelo de negocio. Es una etapa donde se asientan las bases, se recopilan las primeras métricas y se comienza a formular la hoja de ruta de la startup. Pero, ¿quién pone el dinero para superar esta primera fase?
Como apunta la Stanford Social Innovation Review en su artículo ‘
Closing the Pioneer Gap’, a pesar del creciente número de inversores de impacto, estos buscan también generar un rendimiento significativo de sus inversiones, que raramente obtendrán en esta etapa temprana de las startups. En este contexto, se fundamenta el acuerdo que cerramos con Open Value Foundation: “El objetivo es impulsar las startups en su primera fase, ayudarles en la elaboración de pilotos y demostrar su solidez para facilitarles el acceso al mercado financiero tradicional”, explica Pablo Arigita, director de proyectos de Open Value Foundation.
Avance de las tres primeras startups financiadas
Como explicamos hace unos meses, ese acuerdo ya tiene tres proyectos financiados:
Feltwood, startup del programa
S2B Tech4Climate, desarrolla tecnología para fabricar materiales industriales completamente biodegradables y libres de tóxicos a partir de residuos vegetales agrícolas. Gracias a la inversión de 50.000 euros que se realizó, han conseguido avanzar y recibir
inversión de la EIT Food.
Kuvu, startup del programa
BBK Venture Philanthropy, impulsa una plataforma de alojamiento en la que pone en contacto a jóvenes con personas mayores que tengan espacios libres en sus casas, creando así relaciones intergeneracionales. Gracias al préstamo blando de 25.000 euros, han podido realizar un piloto y obtener las primeras métricas.
Smartbrain Pro, startup del programa S2B Health&Care, desarrolla un programa interactivo de estimulación cognitiva especialmente desarrollado para ser utilizado como herramienta terapéutica con la que cuidar y tratar cualquier caso de déficit o deterioro cognitivo. Gracias a la financiación presemilla de 30.000 euros han podido actualizar su plataforma.
Nueva startup financiadaA las startups anteriores, sumamos ahora una cuarta: Apadrina un Olivo, un proyecto medioambiental, social y de desarrollo rural sostenible que busca, a través de la recuperación de los olivos abandonados, la repoblación y dinamización de la España rural.
Apadrino un Olivo cerraba 2019 con unos ingresos por actividad económica de 150.000 euros, más las aportaciones de 3.500 padrinos y madrinas. El resultado son más de 8.000 olivos en recuperación y empleo para 10 jóvenes agricultores locales en Oliete (Teruel). Ahora, con el préstamo de 25.000 euros, buscan llegar a un segundo pueblo, Alacón, y abrir una planta de conservas de vegetales asadas.
Apadrina un Olivo
El equipo de Apadrina un Olivo empezó a trabajar en Oliete, Aragón, hace 7 años, con 100.000 olivos centenarios abandonados. El objetivo era recuperar el olivar abandonado involucrando a la sociedad (apadrinamiento) para generar una economía sostenible en el lugar que fijase población y riqueza, evitando así su desaparición.
A día de hoy, Oliete ya es un caso de éxito con 10.000 olivos recuperados, 5.000 padrinos y 18 familias trabajando a tiempo completo en el pueblo que permiten mantener la escuela y los servicios del pueblo abiertos.
En este contexto, surge, además, la marca de aceite y olivas de carácter responsable “
Mi Olivo” cuyo uso apoya a los pequeños agricultores de pueblos de menos de 500 habitantes, como es Oliete. Una marca que ahora quiere estar presente en la
Navidad de las empresas, logrando así una acción conjunta y responsable sobre el territorio.
Este artículo se publicó originalmente en el
blog de Ship2B en octubre 2020.